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Frecuentemente los diarios del país traen noticias como la siguiente: "Presidente de la República se reúne a puerta cerrada con el Alto Mando Militar", y se deja entrever que lo tratado a puerta cerrada concierne a decisiones serias de política económica, internacional, etc. Otras veces los uniformados acuden, con Ministro de Defensa a la cabeza, a acosar al Presidente con pedidos que implican gastos extrapresupuestarios. También ocurren, ¡cómo no! aquellas visitas conminatorias, para expresar la "preocupación de los altos mandos", ante la conducta de algún sector político o persona del entorno presidencial. Recordemos lo que ocurrió en CIESPAL el 20 de abril del año pasado y su posterior desenlace en el Ministerio de Defensa: solo, el Presidente, con los Altos Mandos, fuera del alcance de la prensa o de la mirada de los ciudadanos. ¿Es esto normal en el Estado de Derecho? ¿Podrían los ecuatorianos figurarse tamaña cosa en países como Alemania o España? ¡sin duda que no! Pero en el Ecuador los Presidentes de la República, con escasas excepciones, ven esta conducta como normal. La anulación del poder presidencial por parte del poder militar ha sido una constante en la historia ecuatoriana y se ha cumplido vía golpes del estado, sustitución del poder presidencial por algún "encargado", o directamente, por vía de secuestro virtual, que no es otra cosa que los condicionamientos que le ponen al Presidente "para darle su apoyo", y sobre todo por la falta de normativas que institucionalice el acceso a quien ostenta el poder ejecutivo, inscritas debidamente en el Estatuto de la Administración Pública.